viernes, 28 de marzo de 2014

Ojos negros

Esa mirada profunda, de profunda oscuridad. Llena de luz; tan llena que no se ve. Se siente, te rodea, te calma, a ciegas. En un mar de emociones enfrentadas, te descoloca la timidez de la tenue luz que se te muestra. Y te envuelven el alma, penetrantes como puñales de cristal, esos ojos. Puñales que se clavan y se retuercen en tu interior. Y la sangre no mana, se coagula, se cuaja en los instintos de la pasión. Y te sigue mirando, profundamente, tan profundamente como una fosa.
Negros son. Como la muerte. Porque matan de asfixia, de incontinencia y persistencia. Se enfrentan al agua, al río, al mar, al océano... a la eternidad.
Eterno enfrentamiento desconsiderado. Latidos fuertes en un trazo colorido negroazulado. Azul oscuro, casi negro. Se pierden las miradas en el arco iris. En ese arco iris.
Esos ojos... ¡Esos ojos! Tan tenebrosos como la noche, tan terroríficos como la agonía, tan pasionales como la vida. Negros. Eran negros, antaño. Y se tornan grises en el choque contra el mar.

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