Del color del cielo son tus ojos. Tu mirada va más allá de cualquier
horizonte. Se clava en todos cuantos te miran, te adoran y te susurran
despacito, que tu aliento es fresco. Dormido, muchas veces te despiertas
de repente, en la soledad de la noche, o en las profundidades de la
Aurora. Sumiso, contienes suavemente esa fuerza electrizante que vadea
meciendo tus sentidos, en el sonido altivo de tu alegre cantar.
No soy yo quién más ofensa causa, que por ofensa tengo el don de ser el
guardián de soledades. De tristes paisajes, de tristes noches, de
soleadas tardes bañadas con mis andares. Andares cautos que parecen
besar la fresca arena, vuestra fresca arena...
Guarda tus
llantos para más adelante, hermano. Que existes porque lo bello existe.
Sin ambajes, sin ataduras mortales, sin claros ni oscuros. Simplemente
eres tu. Traicionero y confidente. Sobre tus hombros han llorado eternas
visiones de vidas truncadas, de emociones rotas, de corazones sin
consuelo. Y tú les has dado cobijo. Les has dado rienda suelta a su
desdén, para que con tu vaivén, alivien esas penas.
...Y, sin
embargo, solo veo lágrimas vertidas en mi vientre. He anulado a los más
valientes, los engullí en mi hondo orgullo. Orgullo de pretensiones que
soliviantan al más valiente. Soy descerebrado, y por engullir, engullo
hasta los vientres más fertilizados. Pues si se alían conmigo esos
extraños, ruidosos, estridentes, cargados de terror hasta la médula, me
convierto en el más fiero de los enemigos...
No temas, pues
la fuerza emerge, crece y se sumerge en ti como si fueras gruta. Y tu
belleza arrastra a la condena de quienes te quieren dominar, hermano. No
es tu maleficiencia, sino la ignorancia de quienes no entienden tu
parecer. Ya lo dijo Maquiavelo: "todos ven lo que aparentas; pocos
advierten lo que eres".
Y no en vano me consuela... Esa
frase es acertada, pues tesoros más grandes he abarcado y abarco más
vida que quienes osan atacarme... Y a ti, te mostraré mi cara, acercaré
mi mejilla para que la beses...
...Y la besaré mil veces si
hace falta, te acariciaré otras tantas, te suplicaré mi perdón.
Entenderé tu furia con mirada compasiva... Te dedicaré los versos más
bonitos, si hace falta a la luz de una luna que se refleja en tus ojos.
... Déjame acariciar tu arena de sentimientos...
Suavemente... Se levanta viento fresco, es hora de que me vaya... Sutilmente...
Dejaré que te marches; esperaré a que vuelvas, a que vuelvan y me amen... A que me ames...
A
esta luz que rompe el cielo y a tus sonidos, me encomiendo. Me dirigen
noche y día. Hacia lo desconocido. Hacia este mar que ahora me habla, me
susurra, me hechiza...
Vuela, hermano, que otros ahora
ocuparán tu espacio. No estoy solo, ni tú tampoco. Porque apareció un
amigo, al que traicionero llaman. Mar es su nombre, y vive besando
las playas...
La luna finge; el sol declina. Sobre tus saladas aguas se marcan imperfectas tus ondanadas. Me llaman... Voy...
... Y conmigo eternamente yacerás, en las profundidades del cielo, en los confines del mar...
[Encontrado el cadáver de un joven de veinte años ahogado en la playa (extracto del diario El Suceso a 23/02/1987) ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario